9/03/2009

¡Por fin!

Como ya había comentado en alguna entrada anterior, me encontraba en un estado de frustración ocasional por la falta de trabajo. La necesidad de pagar mis propias cuentas sin tener que pedirle dinero a alguien o incluso poder invitarles de vez en cuando a mis amigos un café, cada vez es más grande.

Me choca pedir prestado, generalmente soy yo quien presta. Puedo escucharme engreída, pero es la verdad. Me da gusto saber que les puedo prestar dinero a mis amigos, invitarles algo de comer o tener suficiente dinero para que al pasar por algún escaparate, compre sin pensarlo eso que le agradaría o se le vería bien a él o a ella.

Una de las razones por las que la palabra "desempleo" parecía ser mi segundo nombre, era que yo no quería trabajar en algo que no me gustara, y aún cuando pasaba el tiempo y no encontraba empleo, había una voz en mi cabeza que me tranquilizaba diciéndome que algo perfecto me llegaría. De alguna manera estaba segura que el trabajo adecuado me encontraría... y así fue.

El proceso fue el siguiente:

Hace 2 semanas Luis Miguel, un ex alumno de la ULA le envió un correo a mi ex director de carrera pidiéndole que le recomendara algunos alumnos, ya que está empezando una empresa y tenía interés en que sus empleados fueran egresados de la universidad donde él estudió. Víctor, mi ex director, le recomendó varios perfiles entre los cuales estaba el de uno de mis amigos, Joseph.

El lunes de la semana pasada, Joseph tuvo la entrevista con Luis, en la cual éste último le comentó que estaba muy interesado en contratarlo, que también quería contratar a una mujer y que ya había entrevistado a 2 chavas que no lo habían convencido mucho. Seguida de esta explicación, Luis le pidió a Joseph que si conocía alguien que fuera buena para la redacción se la enviara. Aquí es cuando entré yo.

Joseph pensó que yo podría tener el perfil que Luis y su socio estaban buscando, así que saliendo de la entrevista me marcó para platicarme la situación. Yo por supuesto encantada al escuchar que se trataba de un puesto en el que haría lo que me gusta, le dije que aceptaba. Joseph le mandó mi currículum a Luis, quien me marcó para establecer una entrevista un día después de que Joseph tuvo la suya. La entrevista fue mejor de lo que esperaba. Fue en el Starbucks de Tlaxcala y Nuevo León. La verdad estaba muy nerviosa, principalmente porque horas antes había leído el mail en el que Joseph me había recomendado, donde después de haber descrito quien soy y como me conoce, con toda seguridad escribió:

"Tal y como lo mencionaste ella es de las pocas personas por las que metería las manos al fuego laboral y personalmente, por lo que sinceramente espero sea lo que realmente necesitas."

Esta frase me sacudió, y no porque yo dudara de mis capacidades, sino porque siempre en una situación así, existe el miedo a defraudar a la persona que ha puesto en ti tal cantidad de confianza.

Toda esta inseguridad desapareció momentos después de empezada la entrevista.

Luis es un hombre de 35 años si no me equivoco, bastante agradable y relajado para platicar. Él se encargó de que mi nerviosismo desapareciera. Se presentó contándome a que se había dedicado y el porqué del proyecto que estaba armando. Me explicó de que trataba el mismo y me dio una idea de cuál sería mi función. Lo que me llamó la atención es que todo esto lo platicaba conmigo, no me lo informaba, me lo platicaba como si tuviéramos tiempo de habernos conocido. Me relajó bastante darme cuenta de que no estaba hablando con un señor que escudriñaba cada reacción que veía en mí, sino con un joven entusiasmado por comenzar una nueva etapa en su vida. Me dio gusto que tuvimos varias opiniones en común y que el ambiente fue lo suficientemente cómodo para que al final me platicara sobre su vida personal, su novia y su perro Dylan, del cual me enseñó fotos y me contó que lo llamó así por Bob Dylan.

La conclusión de la entrevista fue que por su parte no necesitaba buscar más. Para él yo era la persona indicada para el puesto y solamente faltaba que me entrevistara su socio Alejandro para que los dos estuvieran de acuerdo, cosa q nunca sucedió. Me quede esperando esa segunda entrevista, en cambio, lo que llegó fue la llamada definitiva. El martes de esta semana Luis me marcó para decirme que habían decidido que Joseph y yo nos quedábamos con las vacantes y que lo que seguí era mandarnos un mail con la propuesta económica. Fue una de las mejores llamadas que he recibido. Fue la llamada que me confirmó que por fin lo que quería había llegado: un empleo en el que me dedicaría a hacer lo que me gusta. Aún no se cual será el sueldo y no me importa tanto. Iré creciendo dentro de la empresa y por algo se empieza.

Lo importante para mi es que mi primer trabajo será en lo que disfruto haciendo y con gente con la que estoy cómoda conviviendo. Más no podría pedir. Estoy contenta ¡muy contenta!

No hay comentarios:

Publicar un comentario