1/26/2010

Pidiendo demasiado...

Quiero un hombre que me salve la vida con solo sonreírme, que me quite las penas con un simple beso, que logre hacer que el mundo desaparezca con una caricia, que al abrazarme me haga sentir la mujer más poderosa del mundo, que me devuelva el alma con un suspiro, que me demuestre todos los días con su amor que no hay distancias grandes y que todo es posible, que mi recuerdo lo distraiga a media jornada laboral, que una palabra suya me de energía para toda la semana, que me demuestre con cada mirada que la única mujer que habita este mundo soy yo, que me arrulle con sus latidos, que llene mi cielo de estrellas con su cuerpo, que se quede sin respiración si pasa mucho tiempo alejado de mí y que me repita que me ama con cada uno de sus defectos.

Que me compre flores una semana después de haber olvidado nuestro aniversario, que confunda el color de mis rosas favoritas, que compre los chocolates equivocados cuando me quiera dar una sorpresa, que queme la sopa al intentar consentirme porque estoy enferma, que me despierte a mitad de la noche porque no sabe donde están las aspirinas, que olvide pasar a la tintorería y que me compre una blusa horrible el 14 de febrero.

Que no consienta mis berrinches, que me regañe cuando me equivoco, que no ceda a mis chantajes y me reclame si tomo alguna decisión sin él. Que me diga cuando algo está mal o no le parece y que dibuje una sonrisa cuando recuerde que su mayor defecto y su mayor virtud es amarme con cada una de mis fallas.

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